Aunque la vida es pura incertidumbre, esta se agudiza en tiempos de pandemia. La situación es la que es, y no la podemos cambiar, pero sí que podemos cuidar lo que pensamos y como afrontamos lo desconocido para hacer frente a circunstancias difíciles.
La pandemia del COVID-19 ha aumentado la incertidumbre laboral, económica, el miedo a contagiarnos… Como seres humanos nos gusta sentirnos seguros y tener control sobre nuestras vidas. El miedo y la incertidumbre pueden hacer que te sientas cansado/a, estresado/, ansioso/a, frustrado/a sobre la dirección que está tomando nuestra vida a día de hoy, y sin poder hacer casi nada. Todo esto puede atraparnos en una espiral interminable de “¿y si…?”, “¿qué pasará si…?” y, siempre suelen aparecer los peores escenarios posibles en nuestra mente, como forma de intentar controlar aquello que no podemos controlar, porque no depende de nosotros.
Cada persona es diferente, y, por lo tanto, la tolerancia a la incertidumbre varía de unos a otros. Hay gente a la que le gusta correr riesgos y sentir esa incertidumbre, en cambio para otras personas supone una profunda angustia y ansiedad. Aunque cada uno tolere la incertidumbre de diferentes formas, todos tenemos un límite.
Si te sientes preocupado/a y abrumado/a por la situación actual, no estás solo/a, somos muchos en el mismo barco ahora mismo. A pesar de lo indefensos/as que nos podamos sentir, es importante saber que hay pasos que podemos ir dando a diario para lidiar mejor con las circunstancias incontrolables, para así poder aliviar la ansiedad y enfrentarnos a lo desconocido con más confianza y seguridad. Lo que nos ha enseñado el corona virus es que la vida puede cambiar muy rápido y de forma impredecible, podemos enfermar rápidamente o podemos perder nuestro trabajo de un día para otro.
Una forma de lidiar, de una manera no tan sana, con tanta incertidumbre, es a través de las preocupaciones. Las preocupaciones nos “ayudan” a predecir ese futuro incierto para intentar evitar futuras sorpresas engorrosas. Las preocupaciones presentan una trampa, y es que, dan la sensación de “control” sobre tanta incertidumbre. Por ello, tendemos a pensar que el preocuparnos nos ayuda a encontrar una solución ante un posible problema o nos prepara para un posible desenlace fatal. Pero por desgracia, esta no es la solución. Las preocupaciones no dan el control sobre situaciones incontrolables. Lo que si que hacen las preocupaciones es gastar tu energía, quitarte las ganas de disfrutar del presente y, muy probablemente, mantenerte despierto/a una noche tras otra.
- Actúa sobre las cosas que si puedes controlar: es decir, no puedes controlar el avance del virus o la recuperación económica, pero si puedes, por ejemplo, si has perdido tu trabajo durante la pandemia, poner tu energía y esfuerzo en enviar curriculum, buscar ofertas, crear algo nuevo. Otra forma de controlar el virus que dependa de nosotros, es lavarnos las manos a menudo, mantener la distancia, evitar sitios donde pueda haber mucha gente… al ocuparte de la parte del problema que sí puedes controlar, pasarás de cavilar de forma ineficaz a la resolución activa del problema. En cambio, hay otras situaciones en las que nada depende de nosotros, aquí es importante manejar la actitud y gestionar la respuesta emocional, siempre acorde a la situación. Permítete experimentar la incertidumbre, de esta manera puedes reducir el estrés y aceptar mejor las circunstancias.
- Desafía tu necesidad de control a través de las siguientes preguntas:
– ¿Qué consigues al intentar controlarlo todo?
– ¿Qué hay realmente seguro?
– ¿Asumes directamente que por el hecho de no saber qué va a suceder, tiene que ser algo negativo? ¿Cuál es la probabilidad?
- Aprende a aceptar la incertidumbre sobre qué pasará:
– Identifica que desencadena esa incertidumbre: si es ver las noticias, escuchar los miedos de los demás, la necesidad de saber que pasará…
– Reconoce en qué parte del cuerpo la sientes: haz un escaneo de tu cuerpo, para ver dónde lo sientes. Si notas tensión en el cuello o en los hombros, dificultad para respirar… tómate un momento para hacer una pausa y reconocer qué está pasando.
– Permítete sentir incertidumbre: en lugar de centrarte en intentar controlar lo incontrolable, permítete sentir el malestar de no poder hacer casi por esta situación.
- Céntrate en el presente y gestiona la ansiedad y el estrés: haciendo deporte, dedicando tiempo a la relajación, manteniendo una dieta saludable, poniendo límite al tiempo que dedico a leer cosas del COVID o ver las noticias, asegurándote estar leyendo o viendo noticias contrastadas.
Como siempre decimos al finalizar cada entrada del blog, desde el equipo de psicólogos de Alae Psicólogos Fuengirola os animamos a poner en práctica todo lo expuesto anteriormente. Si sientes que no es suficiente y que no consigues reducir los niveles de ansiedad, es importante acudir a un profesional.