Cuando fallece un ser querido y tenemos que contárselo a nuestros hijos es muy común que surjan preguntas del tipo:

¿Debo llorar?, ¿se lo cuento?, ¿le haré daño al contárselo?, ¿cómo puedo prepararle?, ¿qué debería decirle?, ¿es mejor ocultarlo?.

La muerte forma parte de la vida, por ello, los seres humanos vamos a tener que enfrentarnos en algún momento a ella. Aún así, es un tema muy complicado, ante el que experimentamos mucho temor, y por eso, en ocasiones elegimos callar y/o ocultarlo a los niños, pensando en la posible dificultad que el niño pueda presentar para procesar la pérdida de un ser querido.

Muchas veces, y con la única función de proteger, acabamos dando explicaciones no del todo claras y/o erróneas, lo que puede llevar al menor a confusión y a generar ciertas complicaciones. Intentamos proteger a los niños porque creemos que resguardándolos de la muerte, les quitaremos ese sufrimiento, pero en realidad lo que estamos haciendo, es separándoles de un evento fundamental en sus vidas, y de que puedan desarrollar estrategias de afrontamiento, ya que en la vida es imposible evitar el dolor.

Cuando los niños crecen sin exponerse al sufrimiento, pueden ser más propensos a la frustración, y no desarrollarán las habilidades necesarias para hacer frente a situaciones a las que deberán enfrentarse en la edad adulta.

La muerte, normalmente es un tema tabú del que evitamos hablar. Vivimos en una cultura que bloquea o impide el sufrimiento, esto hace que intentemos alejar lo máximo posible todas la manifestaciones del duelo y la muerte, y todo lo asociado a ambos sucesos.

Pero realmente, las complicaciones a la hora de afrontar el duelo aparecen cuando no hacemos frente a ese dolor, cuando intentamos pasar por encima, evitando situaciones complicadas.

¿Es bueno o es malo hablar de la muerte de un familiar o conocido con mi hijo/a?

Dado que no es algo que esté normalizado en nuestra sociedad, es normal que nos surja esta pregunta. Pensar en la muerte, y en todo lo que la muerte lleva consigo, nos ocasiona angustia, y de esa angustia es de la que intentamos alejar a los menores. Por eso, nos encontramos perdidos ante una situación así. Nos asusta ver a los niños sufrir e intentamos enmascarar el dolor.

Por lo tanto, es necesario:

  • Ser honestos con los menores,
  • Contarles lo que ha pasado, pero siempre, teniendo en cuenta el momento evolutivo del niño y el desarrollo cognitivo, puede haber niños de 5 años que lo entiendan prácticamente todo y niños de 10 años que necesiten explicaciones más sencillas, es decir, hay que saber dar a cada niño lo que necesita, pero siempre desde la honestidad y la realidad, ya que para poder llevar a cabo un duelo saludable es necesario el afrontamiento y la aceptación de los estados emocionales que se van a ir dando durante el proceso.

¿Quién debe decírselo?

Las personas más cercanas a los menores deberían ser las encargadas de transmitir la noticia.

  • Lo ideal es que se lo comuniquen sus padres o uno de ellos en caso de que el fallecido sea el otro progenitor.
  • Si han fallecido ambos, es importante que se lo diga la persona que se encargará del cuidado del menor.
  • En caso de que los padres del menor se encuentren muy mal tras la pérdida y sin fuerzas para poder comunicárselo al niño, es importante que se lo transmita una persona con la que el menor tenga la confianza suficiente.

¿Cómo contárselo al menor?

La persona elegida para trasmitir la noticia lo hará:

  • De forma triste pero calmada, sin explosiones emocionales que pueden resultar demasiado excesivas o desbordantes para que el niño pueda procesar el mensaje, o que puedan generarle la sensación de una gran desgracia.
  • No temas llorar: expresar emociones enseña a los niños a identificar diversos sentimientos. Además le dará la oportunidad de llorar juntos, y así el niño también podrá procesar su dolor.
  • Elegir el momento adecuado: es recomendable explicárselo al menor cuando sepamos que sus necesidades básicas están cubiertas, es decir, no hacerlo cuando pueda tener hambre o sueño, ya que su expresión emocional en estos casos puede ser desmesurada.
  • Empezamos por lo esencial, para ir poco a poco entrando en detalles. No es necesario trasmitir toda la información de golpe.
  • Es importante que el menor se sienta libre para preguntar todo lo que necesite.
  • Recuerda explicarlo en el colegio, ya que es un lugar donde se pueden manifestar muchas conductas y expresiones relacionadas con el duelo.
  • Escucha atentamente: deja que el niño se exprese libremente y actúa con honestidad.

¿Cuándo se lo comunicamos?

  • La noticia debe comunicarse lo antes posible. No es conveniente esperar días o explicárselo una vez finalizados los homenajes.
  • Es importante buscar un lugar tranquilo, conocido y seguro, donde el menor se sienta en confianza para poder expresar las emociones, dudas o reacciones que aparezcan.

¿Qué debería decirle?

No existe una fórmula universal a la hora de explicar la muerte de un familiar a los menores. Cada familia debe buscar la forma adecuada en función a sus creencias y religión. No obstante, se pueden establecer algunos consejos, que las familias pueden tener en cuenta a la hora de dar la noticia al menor.

  • De los 0 a los 2 años: durante esta etapa lo esencial es mantener las rutinas, garantizar la seguridad y el cuidado del menor.
  • De los 3 a los 6 años: es importante usar un lenguaje claro y adaptado, tranquilizar al menor ante la posibilidad de otras muertes. Para ayudar a comprender la muerte, se pueden usar ejemplos de la naturaleza o de otras personas que conozcan. No se recomienda utilizar metáforas o frases del tipo “se ha dormido para siempre”, “te ve y cuida de ti” o dar explicaciones muy difíciles.
  • De los 6 a los 10 años: durante esta etapa pueden participar en los rituales, si ellos quieren. Hay que responder a su curiosidad y permitir sus emociones. Por el contrario, ocultarle detalles, no explicarle o no dejarle participar en los rituales o no aclarar sus teorías, puede interferir en el proceso del duelo.
  • De los 10 a los 13 años: durante esta etapa podemos compartir nuestras experiencias, emociones y sentimientos. Se pueden utilizar frases como “es normal que estés triste”, “lloro porque tengo miedo”, “yo también echo de menos al abuelo”. Y en cambio, evitar frases del tipo: “tienes que ser fuerte”, “al fallecido no le gustaría verte así”.

Ya para terminar, aclarar que a la hora de comunicar la muerte de un ser querido a un menor vamos a tratar de hacerlo de forma honesta, con cuidado, escuchando atentamente y utilizando las palabras adecuadas para su momento evolutivo y nivel cognitivo. Es importante ir dando información de forma gradual e ir dejando fluir la expresión emocional por parte del menor. Debemos recordar que el niño tiene derecho a tener explosiones emocionales, estar molesto y tener emociones y sentimientos propios sobre la muerte, también tiene derecho a hablar de sus recuerdos cuando quiera y con quien quiera, tiene derecho a entender los motivos por los que se ha producido la muerte y avanzar hasta encontrarse mejor.

A continuación te dejamos un link con un cuento que puede resultar muy útil para contar a los niños cuando ha fallecido alguno de sus padres:

 

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