En las últimas semanas nos hemos visto inundados por información respecto al Coronavirus, produciendo un rango de emociones y sentimientos en la población: preocupación, miedo, angustia e histeria. El Miedo en ciertas medidas es adaptativo, ya que nos estamos enfrentando a algo desconocido que produce incertidumbre. Sin embargo, también hay personas que se lo toman a la ligera, incluso sin darle mayor importancia. Como casi siempre, el camino medio es el más adecuado, habiendo un equilibrio emocional que permite convivir con el COVID-19 ya que posiblemente estará con nosotros durante un tiempo prolongado.
1.- Información.
Primeramente, necesitamos entender a qué nos enfrentamos. Para ello debemos dirigirnos a fuentes de información de confianza. Lamentablemente, muchos confían en la información aportada por las redes sociales y medios semejantes que contienen información no contrastada, desembocando en emociones que no corresponden al escenario real al que nos enfrentamos. Algunos ejemplos de fuentes que permiten informarse de manera objetiva pueden ser las siguientes:
- La Organización Mundial de Salud (OMS):
https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019
- El Misterio de Sanidad:
https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov-China/home.htm
Además, debemos dedicar un tiempo adecuado a investigar sobre el Coronavirus. Muchos piensan que si están al tanto constantemente, están mejor informados y preparados, lo cual no es el caso. Si nos inundamos de información, podemos provocar un estado emocional alterado, aumentando una sensación alarmista. A través de nuestro comportamiento comunicamos a nuestro cerebro que es lo que debemos de hacer porque es muy grave. De la misma manera, no debemos monopolizar nuestras conversaciones con los demás con el COVID-19, para no crear una sensación de mayor riesgo que el real, que puede producir ansiedad, miedo y angustia desmedida. Sin embargo, si estamos luchando con emociones ansiosas, puede ser positivo compartir con otros nuestra experiencia con el fin de intentar disminuir la angustia.
2.- Basar nuestros pensamientos en la información.
Es fácil entrar en pensamientos catastrofistas respecto al Coronavirus y sus repercusiones. No obstante, si tenemos en cuenta esa información contrastada que hemos buscado, sabemos que es una situación que trae consigo respeto, pero no necesariamente miedo, según nuestro grupo de riesgo. Por ello, debemos controlar nuestros pensamientos, cuestionarlos y dirigirlos a los hechos: no es una enfermedad más grave que la gripe y la mayoría de nosotros estaremos bien incluso si nos infectamos. Asimismo, debemos intentar evitar pensar en el COVID-19 constantemente, ya que puede aumentar el malestar emocional.
Sin embargo, hay muchas personas cuyos miedos se relacionan con las consecuencias de enfermar del Coronavirus, como el tener que entrar en cuarentena o aislamiento, y lo que conlleva a nivel práctico y económico. Estas son preocupaciones reales que podemos manejar preocupándonos y rumiando, u ocupándonos y preparándonos, lo cual nos lleva al siguiente punto.
3.- Basar nuestro comportamiento en la información.
Obviamente el primer paso es seguir las recomendaciones que conocemos todos, y mantener una normalidad hasta el punto que se pueda. Pero si vamos más allá, la mayoría de nosotros hemos visto videos y fotos sobre la histeria respecto a la preparación, entre ello, el amontonar papel higiénico en nuestros hogares. Algunos se ríen, otros corren a la tienda, y muchos compran por si acaso ya que los demás lo hacen. De nuevo, el camino medio ofrece equilibrio. Existe un riesgo real de contagio y prepararse para ello está bien, pero no como si fuera prepararse para la guerra. Por ello, podemos plantear nuestra preocupación al responsable en el trabajo, y qué medidas se tomará, cómo será si el Coronavirus llega a nuestro ambiente laboral. Podemos planificar cómo manejar la cuarentena, qué haremos y podemos mirar qué necesitaríamos para esos días, sin entrar en compras de pánico.
Si llegas a estar afectado por el COVID-19 y tienes que entrar en cuarentena, estamos ante un escenario estresante que puede provocar aburrimiento, ansiedad, soledad, irritación o miedo, desesperanza y frustración. Es más, estas emociones y sensaciones pueden mantenerse un tiempo una vez acabado el aislamiento. Si este es tu caso recomendamos mantener una rutina en el hogar hasta el punto que sea posible:
- Tener un horario en el que nos levantamos, cuidando el ciclo sueño-vigilia.
- Hacer ejercicio y ejercicios de relajación que fomentan el bienestar psicológico y emocional.
- Cuidar la alimentación.
- Continuar nuestra actividad laboral o realizar proyectos o semejante que tengamos pendientes si podemos.
- Mantener relaciones sociales a través de Internet para minimizar la sensación de soledad y aburrimiento.
- Tener los hábitos de higiene habituales (no andar en pijamas todo el día o saltarse una ducha).
En Alae Psicólogos seguimos las recomendaciones facilitadas. Durante el brote evitamos el contacto físico con quienes acuden a nosotros para proteger tanto a vosotros como a nosotros. Mantenemos una limpieza adecuada y hay geles alcohólicos disponibles para quienes desean usarlos. Si algún miembro de nuestro equipo llega a mostrar algún síntoma cerraremos temporalmente el centro de psicología, ofreciendo terapia online para quienes quieran seguir su tratamiento psicológico durante la cuarentena.