Todos tenemos pensamientos intrusos que parecen estar fuera de nuestro control. Tienen un contenido un tanto extraño, absurdo o amenazante. El contenido de estos pensamientos intrusivos puede ser muy variado, como preocupaciones aterradoras sobre algo que te podría pasar a ti o a alguien querido, un error cometido o que puedas llegar a cometer, o esos pensamientos pueden decirte que algo terrible va a pasar o lo vas a hacer tú.
Son pensamientos que causan una gran angustia, que parecen venir de la nada y pueden provocar ansiedad, culpa, asco, pánico… El contenido de estos pensamientos no deseados se suele centrar en imágenes sexuales, violentas… Por ejemplo, torturar a alguien, tirarte por la ventana… tras tener este tipo de pensamientos que son involuntarios, sentimos una emoción muy fuerte y aparecen dudas, como, por ejemplo, ¿hice realmente daño a alguien y no me di cuenta?
Quien tiene este tipo de pensamientos tiene miedo a poder llegar a hacer lo que esos pensamientos dicen. Estos pensamientos generan mucha angustia que normalmente se mantiene en secreto, por el miedo a parecer raro o mala persona. Por lo tanto, son pensamientos que generan mucho malestar.
También hay pensamientos intrusivos con un contenido mas benigno, como, por ejemplo, dudas sobre las relaciones, sobre la orientación sexual, religión, muerte o sobre preguntas que no se pueden responder con certeza.
Existen muchos mitos sobre los pensamientos intrusos. Uno de los más comunes y que más angustia generan es que tener estos pensamientos significa que inconscientemente quiere que eso pase. Esto no es cierto, de hecho, es justo lo contrario. Es el esfuerzo por luchar contra ese pensamiento lo que lo mantiene y hace que vuelva a aparecer.
Otro mito es qué debemos analizar y examinar cada uno de estos pensamientos, pero realmente, estos pensamientos no son mensajes o advertencias, a pesar de sentirlo como tal. Son simplemente pensamientos.
El problema es que estos pensamientos se viven como amenazas reales, que además se mantienen en secreto por el miedo a parecer raro o mala persona. El intento desesperado por hacer desaparecerlos, es lo que realmente lo alimenta. Cuanto más se intenta suprimir o sustituir más fuerza coge.
Por lo tanto, los pensamientos intrusos se refuerzan cuando entramos en debates con ellos, preocupándonos o luchando contra ellos por tratar de alejarlos. Otra forma de fortalecerlos, es intentar evitarlos. Lo ideal es ir dejándolos tranquilos, en paz, tratarlos como si fueran insignificantes, y así, irán desapareciendo.
A continuación, os dejamos algunos pasos que pueden ser útiles para ir aprendiendo a dejando de darle peso a este tipo de pensamientos:
- Etiquetar ese pensamiento como “intrusivo”.
- Recuérdate que son pensamientos automáticos, sin importancia y que no dependen de ti.
- Acepta y permite esos pensamientos. No luches contra ellos.
- Entiende que los pensamientos volverán una y otra vez cuanta más atención tengan.
- Continúa haciendo lo que estabas haciendo antes de que apareciera ese pensamiento.
Por el contrario, intenta no hacer lo siguiente:
- Enredarte con el pensamiento una y otra vez.
- Quitar los pensamientos u ocultarlos.
- Intentar buscarle un significado a ese pensamiento.
- Comprobar si es o no verdad.
Si te sientes identificado/a este artículo puede ayudarte, pero siempre es importante ponerse en mano de un profesional.