Las personas tóxicas
Se trata de un concepto que se ha vuelto relativamente “moderno”, con un uso amplio en la población, pero no siempre de forma adecuada. Como psicólogos quisiéramos adentrarnos en su definición ya que tiene una relevancia destacada para los que viven en una relación tóxica de pareja, con un familiar, un/a amigo/a, compañero de trabajo o jefe, para ejemplificar. Dicha relevancia radica en las consecuencias emocionales que pueda tener para quien esté expuesto a una persona tóxica, las cuales iremos viendo más adelante.
Debemos recalcar que las personas en sí no son tóxicas, sino el comportamiento que tienen. Como indicamos previamente, no se emplea siempre de forma adecuada el término. Una persona tóxica no es, por ejemplo, alguien que siempre está malhumorado, sino que se extiende a una serie de comportamientos y actitudes como son los siguientes:
- Egocentrismo. El epicentro de su mundo y su discurso es el yo. No tiene mucho interés por el otro, ni capacidad en muchas ocasiones.
- Carecen empatía. Tienen dificultades, por el gran ego, de ponerse en el lugar del otro, de ver otras perspectivas aparte de las que mantiene.
- Pecan de soberbios. La gente tóxica tiende a pensar que saben más que los demás, y no se cortan a la hora de comunicar su opinión o corregir al otro, pensando que son poseedores de la verdad. Viene influido de forma importante por la dificultad para empatizar.
- Pesimistas. Tienden a tener una visión negativa del mundo y la queja tiene un lugar importante en su discurso.
- Victimistas. Como las personas tóxicas tienen dificultades para adoptar ideas distintas a las suyas o para aplicar la autocrítica, se sienten victimizados por otros en su entorno. En realidad, son víctimas de sí mismos.
- Envidiosos, no se alegran por logros ajenos. Por la baja empatía que muestran, el egocentrismo y la soberbia les cuesta sentir satisfacción por los éxitos de los demás. A menudo lleva a la envidia, no entienden porque les pasan cosas buenas a otros y no a ellos.
- Infelices. Si nos fijamos en lo que hemos ido viendo hasta ahora, la negatividad inunda a las personas tóxicas, no se sienten comprendidas ni entienden muchos eventos que les ocurren. Sus propios pensamientos, sentimientos y comportamientos dificultan de forma importante el poder ser felices. Su propia negatividad va creando un bucle alimentando el victimismo, el pesimismo y su egocentrismo.
Desde estos rasgos sería fácil decir que las personas tóxicas son malas personas, pero no es tan sencillo. Efectivamente muestran actitudes que no son gratas para otros (ni para ellos mismos), pero no hay una mala intención detrás en muchos casos, es su manera de pensar y sentir. En algún momento la persona desarrolló esta manera de funcionar en la vida, y quizá por buenas razones. Podría ser porque le han tratado mal y necesita compensar inflando su ego, o protegerse, echando responsabilidades fuera, o quizá es una actitud que aprendió de un progenitor. Independientemente, a pesar de que las personas tóxicas pueden llegar a ser dañinas, debemos emplear nuestra empatía para entender el fondo y las dimensiones que hay detrás, sin excusarles. Teniendo en cuenta que no es la persona la que es tóxica, sino sus actitudes que pasan a su conducta, dichas actitudes pueden ser mejoradas si la persona llega a tal punto de introspección.
Cuando establecemos una relación con una persona tóxica inicialmente podemos sentir gran empatía por él/ella, pena por todo lo que ha vivido y está viviendo. Sin embargo, conforme pasa el tiempo vamos viendo que siempre le pasan las cosas a ellos, incluso puede que tú llegues a hacerle daño también. Tampoco hay mucho espacio en la relación para ti ya que siempre se trata de esa persona. Puedes llegar a sentirte consumido/a por la persona tóxica, como si de un vampiro energético se tratase. Si no te cuidas, el otro puede llegar a influir en ti y causar malestar.
Algunas señales que pueden darse en ti cuando te relacionas con una persona tóxica pueden ser:
- Experimentas desequilibrio emocional. Como coexiste mucha negatividad con gente tóxica puede ser altamente desgastante, pero también causar frustración cuando intentas ayudarle. Si hay problemas en vuestra relación e intentas abordarlos, como comentar que es cansino que siempre llega tarde, fácilmente puede echarte la culpa de otra cosa quizá relacionada o no, creando un rango de emociones.
- Tu autoestima puede verse afectado. Precisamente por el contenido en el punto anterior, según tus propias características personales y la relación que mantienes con la persona tóxica, puede llegar a tambalear tu autoestima. Si le comentas sus llegadas tardías puede responder que eres impaciente y nada comprensivo, reflexionando el asunto y enfadándose contigo. Si estás demasiado enrededado/a en la relación, tienes una autoestima baja ya o problemas de dependencia emocional, puede que acabes confundido/a. Tras varios atentados de este tipo puedes llegar a “perderte”, ya no sabes si eres tú o la otra persona la que está creando el problema.
- No puedes ser tú. Con tal de evitar discusiones, desacuerdos e incluso conflictos, puedes llegar a medir tus palabras, andar con cuidado, dejar al lado algunas cosas que te definan. En esencia, dejar una parte de ti. Esto porque la persona tóxica tiene una reactividad emocional alta. Si se siente herido u ofendido por ti te lo devolverá con desprecios o indiferencia, para hacerte sentir mal, tan mal o mejor, peor de lo que se siente él/ella. A menudo te vuelves muy cauteloso/a porque nunca sabes cuándo dicha persona saltará, y posiblemente sientas que tú tienes la culpa de todo.
- La persona tóxica tiene mucha presencia en tu mente y discurso. Precisamente por las emociones que la persona suscita en ti, puedes llegar a hablar mucho y frecuentemente de la persona tóxica. Los tentáculos de él/ella se expanden fuera de vuestros encuentros, y lo mismo ocurre con las emociones que aparecen en la presencia de la persona que te hace mal.
- Experimentas baja energía y poca ilusión. Por todo lo anteriormente descrito, que implica un desgaste importante para quién está sometido a la intensidad emocional de una persona tóxica, puede aparecer una sintomatología depresiva en ti.
Como fuimos diciendo anteriormente, la gente tóxica puede ir mejorando, pero sólo si se dan cuenta de sus propias actitudes y como resultan dañinas para ellos mismos y para los que les rodean. Si la persona tóxica en tu vida no tiene intenciones de cambiar, te quedan unas opciones: seguir en la relación y esperar que algo cambie (que no es probable), intentar iniciar un cambio por ti mismo/a en el que ya no se toleran actitudes dañinas (la mayor probabilidad de éxito es si la relación no tiene mucho recorrido y por tanto todavía no se ha establecido una dinámica rígida entre ambos), o alejarte de la relación tóxica. Si te sientes atrapado/a en la relación o no sabes cómo intentar cambiarla o dejarla, atender terapia psicológica puede ser muy beneficioso, dejándote apoyar y guiar por un psicólogo experimentado.