¿Ya no puedes más? El síndrome de Burnout

¿Ya no puedes más? El síndrome de Burnout

Todos somos conscientes de la carga laboral que han vivido las personas que trabajan en el ámbito hospitalario. No obstante, no son los únicos, muchos se han visto envueltos en estrés que les ha llevado a un agotamiento absoluto. Desde los que trabajan en la limpieza que ha cobrado nuevas dimensiones con la eterna desinfección, trabajadores de los supermercados con jornadas intensas fuera de serie sobre todo al inicio del estado de alarma, profesores que tienen o que han tenido que adaptarse a nuevos métodos, hasta personas teletrabajando y haciendo de profesores con la enseñanza a distancia aparte de las tareas habituales diarias. 

Muchos se han visto haciendo juegos malabares con las tareas, necesitando que el día cuente con 50 horas y no 24. A la vista de los nuevos brotes de infecciones por el Coronavirus, las resonadas palabras segunda ola y un posible segundo confinamiento, desde Alae Psicólogos Fuengirola vemos la necesidad de abordar el estrés desbordante que algunos han cargado y posiblemente tendrán que cargar de nuevo, que tiene un nombre: el síndrome de Burnout.

¿Qué es el Síndrome de Burnout?

El Síndrome de Burnout también se llama “el síndrome de quemarse por el trabajo”, un desgaste profesional. Aparece cuando un individuo convive con estrés crónico y suele darse en personas con profesiones que requieren dedicación a terceros. Se caracteriza por agotamiento físico, emocional y mental causado por un nivel alto de estrés en un ambiente laboral demandante emocionalmente o físicamente, y/o un horario largo de trabajo.  

El síndrome de Burnout es recogido como un trastorno mental por la Organización Mundial de Salud (OMS). Síntomas de estar quemado laboralmente son: 

  • Baja energía lo cual tiene un impacto negativo en el sistema inmune dejando a la persona más vulnerable a enfermar con resfriados, gripes, dolor muscular o de cabeza. También conlleva cambios en el sueño y en el apetito. 
  • Pérdida de motivación y sensación de desbordamiento ante las demandas emocionales ajenas, simplemente no quedan fuerzas para implicarse. 
  • Dificultades para concentración y desconectar del trabajo. 
  • Estado de ánimo irritable, negativo, cínico y distante que se puede extender a otras áreas vitales como en el hogar o en el ámbito social. 
  • Bajo rendimiento y errores más frecuentes por todo lo anteriormente señalado. 
  • Desapego e aislamiento, algunas personas tienden a querer estar solas para evitar más estimulación y demandas, y pueden intentar sobrellevar las circunstancias comiendo en exceso, bebiendo alcohol o incluso tomando drogas.
¿Qué hacer ante el Síndrome de Burnout?

Si sufres estrés laboral crónico o el Síndrome de Burnout lo primero es reconocer que la situación es insostenible en el tiempo y que no es opcional no introducir cambios. A continuación haremos unas recomendaciones que puedan resultar útiles:

  • Escuchate a ti mismo, aprende a interpretar las señales del cuerpo y cuidarte. Si estás en una situación que te produce tensión puede ser aconsejable darte unos minutos para relajarte. 
  • Mantén una rutina de autocuidado. No puedes saltarte comidas o comer mal igual que no esperamos que el coche funcione sin combustible. Asimismo, el ejercicio te fortalece tanto físicamente como mentalmente, además de ser un rato para ti. 
  • Respeta tus tiempos. A veces el trabajo demanda más de lo que somos capaces de hacer, a menudo porque los objetivos son irrealistas, por tanto es irrealista intentar cazar dichos objetivos. Hay que respetar las pausas, no exceder nuestra capacidad e intentar salir a nuestra hora.
  • Aprende a decir no. Si las demandas son excesivas, hay que priorizar a lo que decimos que sí y a lo que no. 
  • Promueve un ambiente laboral que se basa en la colaboración y un buen clima general. 
  • Busca apoyo en los que te rodean, familia, amigos y colegas del trabajo. 
  • Separa el tiempo laboral del tiempo personal. Cuando acabe la jornada puedes realizar actividades que distinguen los dos marcos, como por ejemplo hacer deporte u otro ocio que te resulte agradable. 
  • Practica la relajación o meditación. No hace falta invertir mucho tiempo para que nos beneficie. 

Las pautas señaladas pueden resultar muy beneficiosas para superar el Síndrome de Burnout. Sin embargo, si te resulta dificultoso avanzar, siempre es aconsejable acudir a un psicólogo para disminuir el estrés y encontrar bienestar de nuevo. 

¿Cómo afrontar la vuelta al colegio en tiempos del Covid-19?

¿Cómo afrontar la vuelta al colegio en tiempos del Covid-19?

Desde Alae Psicólogos Fuengirola nos gustaría aportar nuestro granito de arena en la ayuda a la vuelta a clase de nuestros menores en este inicio de curso tan peculiar. 

PREPARÁNDONOS PARA UNA NUEVA NORMALIDAD EN LAS CLASES

El colegio o instituto es una gran parte de la vida de nuestros hijos/as, por eso, es tan importante que se sientan bien y seguros allí. Nos estamos encontrando estos días en consulta con niños/as y adolescentes que tienen que hacer frente a sentimientos encontrados, por un lado, ganas de volver a la rutina después de un parón tan largo, pero por otro, bastante miedo e incertidumbre por cómo será esa incorporación, si serán o no los colegios lugares seguros, si volverán o no adaptarse a madrugar, a estar rodeado de tanta gente… estos son algunos de los ejemplos que llevamos viendo en consulta durante un tiempo. Como vemos que es algo que está generando cierto grado de malestar sobre todo entre los más jóvenes y también entre los padres y madres, nos gustaría poder ayudar a llevar este periodo de la mejor forma posible. 

Los colegios de todo el país (y podríamos decir que de casi todo el mundo) han estado cerrados debido al COVID-19. Tus hijos/as pueden tener, como hemos dicho anteriormente, sentimientos encontrados, es normal que después de tanto tiempo tengan ganas de volver a las clases, pero que también sientan miedo, nervios…

Aunque a día de hoy, todavía no está claro si los colegios abrirán o no en septiembre y en qué condiciones, es importante comenzar a hablar del tema de la vuelta a las clases con los menores. 

Siempre se ha recomendado ir preparando durante semanas antes de empezar las clases a los menores para que la vuelta no sea tan traumática. Este año se recomienda mucho más, debido a la cantidad de tiempo sin ir a clase que llevan. La prioridad está en escucharlos para ayudarles a regular los miedos y saber cuáles son sus preocupaciones. 

¿CÓMO PUEDO AYUDAR A TRANQUILAR A MI HIJO/A EN LAS VUELTA A LAS AULAS?

Durante un tiempo tuvimos que explicarles que estar en casa era lo más seguro, por lo que ahora muchos niños/as y adolescentes podrían preocuparse sobre la vuelta a las clases presenciales. Por ello, es necesario que dediquemos un poco más de tiempo del habitual a explicarles desde la calma la situación. 

¿Cómo podemos hacer esto?

Para ayudar tus hijos/as a sentirse seguros/as, es importante hablar claramente con ellos/as y explicarles que: 

  • La decisión de volver a las aulas está apoyada por los expertos. 
  • Toda la gente del colegio está trabajando duro para que sea un lugar seguro. 
  • Cuando alguien no se encuentre bien, se quedará en casa, para evitar la propagación del virus. 
  • Tranquiliza a tu hijo/a sobre lo que está sintiendo, ya que es normal que exista una mezcla de emociones, como ganas de comenzar, miedo, preocupaciones o rabia. 
  • Habla abiertamente con ellos sobre que esperan a la vuelta a clases y que les preocupa. 
  • Refuerza unas buenas medidas de higiene (lavado de manos, distancia…). 

Después de los primeros días de clase sería importante: 

  • Hablar con tu hijo sobre cómo ha ido el día, incluyendo qué es lo que más ha disfrutado, si ha habido alguna situación en la que ha sentido miedo o ha habido alguna preocupación. También se recomienda preguntar que esperan del día siguiente. 
  • Planifica o reserva tiempo para pasar en familia, ya que después de tanto tiempo pasando tantas horas juntos es normal que lo eche de menos. 
  • El cansancio o la fatiga puede ser bastante común una vez terminen las clases, ya que después de tanto tiempo, la adaptación puede costar un poco más. 
¿Cómo restablecer la rutina después de tanto tiempo?

  • Dos semanas antes: comenzar a hablar sobre la vuelta a las clases. 
  • Una semana antes del inicio de las clases: volver a poner un horario sobre la hora de ir a la cama y la hora de levantarse que se asimile al horario habitual durante el curso. Así como volver a establecer un horario de comidas en el caso de que se hubieran perdido durante las vacaciones.
  • El día antes de empezar las clases: ayuda a tus hijos/as a preparar sus mochilas y ropa para el día siguiente. 
  • La primera mañana antes de la vuelta a clase: permite más tiempo del habitual para que se preparen. 

En este artículo desde Alae psicólogos Fuengirola os queremos ayudar a sobrellevar la vuelta al colegio de la mejor forma posible, como siempre decimos, ante cualquier duda es importante siempre consultar con un profesional. 

Ataques de pánico. Qué son y cómo manejarlos.

Ataques de pánico. Qué son y cómo manejarlos.

En nuestra consulta de psicología en Fuengirola, Alae Psicólogos, lo que vemos con más frecuencia son los trastornos de ansiedad, siendo uno de ellos los ataques de pánico, también llamado trastorno de pánico o crisis de pánico. Con una prevalencia tan alta como 30% de la población mundial, es decir tres de cada diez personas sufren ataques de pánico, como psicólogos consideramos un tema relevante a tratar. Muchas personas con un mayor entendimiento de lo que les ocurre puede superar esos episodios por sí mismos sin la necesidad de acudir a un psicólogo para su tratamiento psicológico. 

¿Qué son los ataques de pánico?

Casi todo el mundo ha experimentado ansiedad en alguna ocasión o de forma frecuente a lo largo de su vida, pero no desemboca en una crisis de ansiedad para todos. En términos breves un trastorno de pánico se puede definir de la siguiente forma:

Un ataque de pánico es un episodio repentino de miedo muy intenso sin un peligro real o evidente que da lugar a reacciones físicas graves y altamente desagradables, pero no dañinas a pesar de que lo puedan parecer. 

Una crisis de ansiedad se puede manifestar a nivel fisiológico (corporal) de la siguiente manera:

  • Palpitaciones o latidos cardíacos fuertes.
  • Molestia, presión o dolor en el pecho.
  • Sensación de ahogo, dificultad para respirar o sofocón.
  • Mareo o sensación de desmayo.
  • Miedo a tener un infarto o morirse.
  • Miedo a perder el control o volverse loco/a.
  • Sentimiento de irrealidad.
  • Náuseas y malestar en el estómago.
  • Tensión muscular, temblores y/o entumecimiento u hormigueo en manos, pies o cara.
  • Sudoración o escalofríos, temblor o estremecimiento.

Los síntomas descritos a menudo pueden parecerse a un ataque de corazón/infarto cardíaco lo cual aumenta el miedo que siente la persona percibiendo un peligro inminente hacia su vida, lo cual empeora e intensifica las sensaciones corporales. Por ello, las personas que sufren un ataque de pánico tienden a acudir a urgencias. Una vez descartado un ataque de corazón y establecido el diagnóstico de crisis de pánico, los médicos suelen mandar la persona a casa tras proporcionarle un ansiolítico. Sin embargo, la medicación puede ayudar con la ansiedad en ese momento, pero no a largo plazo.

Mas allá del evento, una vez pasado el episodio, la persona puede desarrollar miedo a los síntomas físicos que han vivido, a tener otro ataque de pánico y que puede tener consecuencias en su salud. Eso lo llamamos los psicólogos tener miedo al miedo o tener pánico al pánico. La persona al volverse más vigilante con los síntomas físicos que sintió durante la crisis que tuvo, aumenta la probabilidad de “encontrar” sensaciones parecidas y empezar a sentir miedo y ansiedad, lo cual intensifica los síntomas y puede dar lugar a otro episodio de pánico.

Cómo evitar ataques de pánico, y si se dan, cómo manejarlos

Cuando sentimos aprensión o miedo nuestra respiración se vuelve más entrecortada y menos profunda lo cual hace que el corazón palpite con un ritmo aumentado para compensar la falta de oxígeno. La respiración, por tanto, es el primer elemento de la cadena que sigue. 

Experimento: En la consulta de psicología, los psicólogos solemos aplicar el siguiente experimento con la intención de provocar sensaciones semejantes a los que aparecen relacionados con ansiedad y crisis de pánico. Por ello, si sufres ataques de pánico puede ser recomendable que hagas el experimento acompañado. 

  • Hiperventila durante 30-60 segundos. Es decir, respira lo más rápidamente que puedas durante ese tiempo. Una vez pasado, fíjate en las sensaciones corporales que estás teniendo. 
  • Gira sobre ti mismo/a durante un minuto, luego paras y nuevamente observas qué sientes físicamente. 
  • Tapa la nariz y respira a través de una pajita durante un minuto, ¿qué sientes?
  • Sube y baja unas escaleras durante dos minutos, ¿cómo te sientes?
  • Colócate delante de un espejo y mírate fijamente a los ojos durante dos minutos. ¿Qué sensaciones aparecen?

Si has llevado a cabo el experimento, en un ambiente controlado, sin ningún elemento que provoca miedo ni ansiedad, puedes notar que las sensaciones que aparecen son los mismos que durante un ataque de pánico: palpitaciones, sensación de ahogo, desmayo e incluso sentimientos de irrealidad. Estas son sensaciones desagradables, pero no son para nada peligrosas ni dañinas. La interpretación de que puedan ser algo más (un infarto p.ej.) o tener consecuencias es lo que lleva a un trastorno de pánico. 

Sabiendo que el primer elemento es la respiración, necesitamos relentizar la respiración. Una manera sencilla de hacerlo puede ser el siguiente ejercicio de relajación, que puede hacerse cuando sea y donde sea. 

Imagínate un cuadro. Fíjate en la esquina superior izquierda y mientras sigues la línea hacía la esquina superior derecha inhalas. Desde la esquina superior derecha, sigue la línea hacia la esquina inferior derecha mientras exhalas. Desde dicha esquina sigues la línea hacia la esquina inferior izquierda mientras inhalas, y desde esa esquina volviendo a la esquina superior derecha exhalas. 

Debes de hacer el ejercicio de forma pausada para que la respiración sea lenta y profunda. Si te resulta más fácil puedes fijarte en un elemento cuadrado en tu entorno, como una ventana. 

Hay muchas maneras de mejorar la respiración: meditación, relajación o visualización y pueden ser guiados. Por Internet, YouTube por ejemplo, hay  multitud de videos. En el siguiente enlace puedes encontrar la Relajación Muscular Progresiva de Jacobson, un método que ha sido científicamente validado. https://www.youtube.com/watch?v=eu-2iWv_fCM

También podemos descargar una aplicación para el móvil para tenerlo a mano cuando nos haga falta. Como psicólogos recomendaríamos la práctica regular, puede parecer muy fácil, pero no lo es, y menos en medio de un ataque de pánico. Hay que practicar, y además tiene muchos beneficios para nuestra salud. Con dedicar cinco minutos al día es suficiente, si lo puedes hacer dos veces al día, a la hora de levantarte y acostarte, mejor que mejor. 

Resumiendo

El trastorno de pánico viene con unos síntomas muy incómodos y es lógico que alguien que no conozca los ataques de ansiedad piense que pueden ser algo peligroso y dañino, pero no lo son. Sólo son síntomas intensos relacionados con el miedo, y los síntomas en sí dan lugar a más miedo. Es esencial no interpretar lo que sentimos como algo más para que la ansiedad no aumente y vaya a más. Cambiando nuestra cognición, lo que pensamos/la interpretación, podemos empezar a tener control sobre los síntomas físicos. Además, podemos directamente influir sobre lo que sentimos en el cuerpo mediante la respiración profunda ya que la misma regula la frecuencia cardiaca, la presión arterial etc. para disminuir la intensidad de los síntomas. 

Si tienes dificultades para manejar tu ansiedad y/o experimentas ataques de pánico, esperemos que este artículo te haya servido para poder aliviar lo que estás viviendo, sintiendo y temiendo. De no ser el caso, o quizá quieres verte acompañado y guiado en tu proceso, profundizando más, en nuestro gabinete de psicología contamos con una amplia experiencia con las crisis de ansiedad para ayudarte a salir de la jaula de la ansiedad, hacia una mayor libertad. 

¿Dulces sueños? Cómo mejorar el sueño.

¿Dulces sueños? Cómo mejorar el sueño.

En los tiempos extraños que atravesamos actualmente, conviviendo con el COVID-19, llenos de incertidumbre, dudas, miedos y preocupaciones, muchas personas sufren trastornos del sueño, siendo el insomnio el más frecuente. El insomnio implica experimentar dificultades para conciliar el sueño o para mantenerlo (despertares nocturnos), despertarse temprano o tener la sensación de no descansar bien. Todos sabemos que dormir y recargar las pilas tiene una relevancia vital. Sin embargo, muchos desconocen realmente el alcance de porque el sueño es tan importante, no se reduce simplemente a sufrir cansancio. Algunas consecuencias de insomnio pueden ser: 

  • Tener sueño insuficiente o de baja calidad aumenta el riesgo de sufrir problemas cardiacos o hipertensión. 
  • Durante el sueño se liberan hormonas, algunas relacionadas con combatir infecciones, manteniéndonos más sanos. Otras hormonas controlan el uso energético del cuerpo, por ello un sueño pobre hace que la persona sea más propensa a la obesidad y diabetes. 
  • Un buen descanso mejora el funcionamiento de la memoria asimilando información recogida a lo largo del día. 
Consecuencias de dormir mal

Las personas que no disfrutan de un buen descanso pueden experimentar estrés, ansiedad, cansancio durante el día, dificultades para concentrarse y reflejos lentos. Se ha observado que las personas que no duermen bien tienen cambios en la actividad cerebral semejante a los que sufren trastornos psiquiátricos. También se ha encontrado que el sistema inmune sufre, acelera el envejecimiento, sitúa el cuerpo en un estado pre-diabético y algunas personas desarrollan úlceras estomacales, por mencionar algunos. A largo plazo el insomnio puede conllevar deterioro neuro-cognitivo como pérdida de memoria y trastornos de atención y aprendizaje. 

Visto lo visto, cuidar nuestro sueño no es opcional, sino necesario. La pregunta entonces es qué podemos hacer para dormir mejor.

Higiene del sueño – Cómo mejorar el sueño

Hay una gran variedad de cosas que podemos hacer para favorecer y facilitar el dormir bien. Melatonina es la hormona que regula el sueño. Nuestro cerebro empieza a liberar dicha hormona cuando oscurece con el efecto de disminuir el estado de alerta y empezamos a experimentar sueño. A continuación haremos unas recomendaciones que promueven la liberación de melatonina, lo cual mejora el sueño. 

  • Intenta mantener una rutina del sueño, empezando por mantener un horario aproximado para irnos a dormir y una hora de levantarnos. Además, podemos añadir elementos a esa rutina, habrán ejemplos en estas recomendaciones que podrían formar parte de la misma. Con bebés muchas madres implementan unos pasos antes de acostar al pequeño, siendo una manera de poner su cabeza en “modo sueño”, los adultos no somos tan diferentes. 
  • Vigila el consumo de productos estimulantes, como café, té, coca-cola, a lo largo del día, sobre todo por la tarde y por la noche. Se ha demostrado que una sola taza de café puede llegar a reducir el sueño hasta una hora incluso si se ha tomado seis horas antes. 
  • Controla el líquido que bebes evitando tomar algo los últimos 90 minutos antes de ir a dormir para evitar despertares nocturnos innecesarios para ir al baño. 
  • Cena pronto para asegurar que la digestión haya finalizado antes de ir a la cama. Una cena rica en proteínas dificulta la digestión y por ello una comida ligera con hidratos de carbono complejos resulta más adecuado. Ejemplos de alimentos con hidratos de carbono complejos pueden ser pan de grano entero, arroz integral, patatas, habas, guisantes, lentejas, frutas y mariscos.
  • Consume alimentos que incrementan naturalmente la melatonina como pueden ser tomates, pistachos y nueces, cerezas, arroz, avena y maíz dulce.
  • Cuidado con luces blancas por la noche: minimiza el uso del móvil (o ponlo en modo noche) y evita ver la tele. De la misma manera en la que la luz del día inhibe la producción de melatonina, luces blancas también la dificulta. 
  • Relaja tu mente. Para tener menos cosas circulando por la cabeza podemos anotar preocupaciones y cosas que tenemos pendientes en un papel antes de irnos a dormir. Si igualmente surgen pensamientos a la hora de intentar dormir, podemos guardar una libreta en la mesita de noche para anotarlo y dejarlo “fuera de nosotros”.
  • Leer un libro a la hora de acostarnos ayuda a conciliar el sueño. 
  • Algunas personas experimentan una mejoría en el sueño escuchando ruidos blancos. Quizá te has sentido más relajado al dormirte escuchando la lluvia o un ventilador. Con la tecnología que hay disponible hoy no hace falta esperar a que llueva para tener esa experiencia. Muchas de las personas que se benefician de los ruidos blancos sienten que hay menos pensamientos intrusivos al atender dichos “ruidos”/sonidos.
  • Relaja el cuerpo. Practicar el deporte permite descargar energía, pero evita la práctica por la noche ya que puede activarnos. De la misma manera podemos usar la relajación/meditación/respiración profunda para relajar tanto al cuerpo como nuestras mentes. 
  • Un baño caliente de cuerpo entero o sólo de los pies puede fomentar la relajación para iniciar el ciclo del sueño. 

Si tienes dificultades para dormir a pesar de aplicar las recomendaciones puede ser una buena idea levantarte a los 15-20 minutos para no aumentar el estrés y frustración de no poder quedarse dormido, lo cual no facilitará el proceso. Además, el cerebro “aprende” que se puede estar despierto en la cama, se crea una asociación, lo cual puede amplificar el insomnio. Durante el tiempo que vuelves a estar levantado puedes dedicarte a una de las pautas: leer un libro, hacer una relajación etc. hasta sentir somnolencia y vuelves a intentar dormir. 

¡Os deseamos unos dulces sueños!

 

Un poco de egoísmo quizá no sea tan malo

Un poco de egoísmo quizá no sea tan malo

El egoísmo tiene una connotación negativa, ser egoísta no es nada bueno en nuestra sociedad. Se suele entender que implica pensar en uno mismo, incluso poner a sí mismo primero y anteponer los propios deseos a los ajenos. Si vuelves a leer la última frase con un ojo crítico, pregúntate si eso realmente suena tan terrible. Piensa en alguien que quieres mucho (un hijo, una amiga, un progenitor, por ejemplo), ¿le dirías “piensa en los demás primero, luego en ti mismo” o “intenta complacer al mundo y después atiendes a ti mismo”?

Realmente si lo planteamos como tal, nos ponemos en una posición casi imposible. Muchas personas viven por y para los demás, buscando amor y aceptación, adoptando una identidad de generoso, afectuoso, buen amigo/a, esposo/a, en definitiva, una buena persona. No obstante, con frecuencia puede ser jugar a la ruleta rusa adivinar cuáles son los deseos y necesidades ajenos y no siempre vamos a acertar. ¿Ahora qué? Además, requiere muchos recursos intentar agradar a todo el mundo, todo el tiempo y tantos deseos diversos, a veces incompatibles. 

Una definición más adecuada del concepto egoísmo podría ser: 

“El término egoísmo hace referencia al amor excesivo e inmoderado que una persona siente sobre sí misma y que le hace atender desmedidamente su propio interés. Por lo tanto, el egoísta no se interesa por el interés del prójimo y rige sus actos de acuerdo a su absoluta conveniencia.”

Si nos fijamos en las diferencias entre la definición en el primer apartado y este último, se introducen palabras que regulan: amor excesivo e inmoderado, atender desmedidamente el interés propio, no se interesa por el otro, y se rige por su absoluta conveniencia. 

Por tanto, el camino es encontrar un equilibrio entre el yo y el otro. No se trata de desatender a los demás, pero tampoco a uno mismo. Posiblemente desde este planteamiento podemos ir soltando la culpa que a veces se asocia a ponerse a uno mismo primero. 

El “egoísmo” como autocuidado

Como psicólogos cuando trabajamos con ciertos colectivos que tienden a anteponer los demás a sí mismos y se dan cuenta que la ecuación no le suma, ni a ellos y a veces tampoco al otro, exclaman: “¿A partir de ahora voy a ser más egoísta!” a lo que la psicóloga puede responder: “¡Estupendo!, ¿qué te parece llamarlo autocuidado?”. 

Ponerse a sí mismo primero no es un capricho, es una necesidad en muchas ocasiones. Si has volado, quizá te acuerdes de las instrucciones referidas a las mascarillas de oxígeno: debemos colocarnos la mascarilla antes de ponerlo a otra persona, incluso si se trata de un hijo. ¿Porqué? Simplemente, hay una mayor probabilidad de que tanto el progenitor como el niño salgan bien del escenario. No hay diferencia de esta escena a otras que se nos presentan en tierra. 

Asimismo, si un padre o una madre no se cuida, no cumpliendo con sus propias necesidades, quizá pueda haber una mayor cantidad de tiempo de interacción, pero la calidad puede ser pobre. Esto se puede generalizar a todas las relaciones interpersonales. De ahí, incluso podríamos plantear el autocuidado como algo esencial, algo beneficioso para todos involucrados, lo justo para todos. Hay que cargar las pilas interiores para estar de forma satisfactoria para otros. 

Trata a los demás como quieres ser tratado –  trátate a ti mismo como quieres que te traten

La primera parte la conocemos bien, pero no siempre da el resultado deseado. Es decir, porque somos generosos y atentos con otras personas, que no lo son necesariamente con nosotros, lo cual puede causar frustración, tristeza, confusión o rabia. Si miras a tu alrededor quizá se hace palpable que la relación no es tan estrecha como quisiéramos, no todas las personas buenas reciben un buen trato. Ahora fíjate en las personas que se cuidan, que se anteponen a otros en ocasiones o muchas ocasiones, con una frecuencia alta podemos observar que estas personas enseñan a los demás como tratarles, que es de la misma manera que ellos se tratan. 

Para encontrar ese equilibrio entre lo interpersonal e intrapersonal podemos empezar por el autocuidado, sin alterar cómo nos comportamos con otros. Plantéate qué cosas son buenas para ti, lo que te hace sentir bien. Puede ser dedicar tiempo a un hobby o al deporte, socializar con otras personas, permitirnos un rato unas veces por semana de lectura. 

Un planteamiento que pueda servir en dicho equilibrio puede ser el siguiente planteamiento: si dando quitas de ti mismo para dar al otro, estás dando demás. 

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