Mindfulness para una vida plena

Mindfulness para una vida plena

Mucho se está hablando en diversos ámbitos de la meditación, y todas las bondades que trae consigo su práctica regular. Sobre todo, se habla de un concepto que ha llegado algo tarde a España, y del que están emanando una gran cantidad de estudios empíricos que apoyan su práctica y refuerzan sus beneficios. Hablamos de Mindfulness.

¿Qué es Mindfulness?

Mindfulness ha sido descrito como una conciencia centrada en el presente, no elaborativa y no enjuiciadora, en la cual cada pensamiento, sentimiento o sensación que surge en el campo atencional es reconocido y aceptado tal como es (Kabat-Zinn, 1990; Segal, Williams y Teasdale, 2002; Shapiro y Schartz, 1999). Actualmente se admite de forma común que Mindfulness se origina en la tradición budista, siendo un término proveniente de la traducción al inglés del vocablo “Sati”, que implica “conciencia, atención y recuerdo” (Siegel, Germer y Olendzki, 2009) y cuyo significado es el de atención recta, Samma-sati (Thera, 1962). A la dificultad que supone la traducción del vocablo Sati al inglés, hay que añadir la que supone su traducción al español, aunque actualmente las expresiones “Atención Plena” y “Conciencia Plena” son las predominantes en el ámbito académico psicológico.

En la actualidad Mindfulness se ha definido de muchas formas, aunque quizás la más conocida es la de Kabat-Zinn (1994), que afirma que “Mindfulness significa prestar atención de una manera especial: intencionadamente, en el momento presente y sin juzgar”. En 2003, el mismo autor la describió como la conciencia que emerge a través de poner atención en el momento presente, con un propósito y sin enjuiciar, a la experiencia que se despliega momento a momento.

Respecto a la caracterización del término Mindfulness, ésta puede ser de varias formas según Germer (2005); como una práctica para cultivar la atención (meditación), un proceso psicológico (ser consciente) o como un constructo teórico (Mindfulness). Generalmente cuando se hace referencia a la meditación con el término Mindfulness se está haciendo referencia a la meditación Vipassana (en inglés awareness o insight meditation) o a la meditación Zen, siendo varios los programas que utilizan la práctica formal de éstas, entre los que destacan el programa de reducción del estrés basado en Mindfulness (Mindfulness-based stress reduction, MBSR; Kabat-Zinn, 1990), la terapia cognitiva basada en Mindfulness para la prevención de recaídas en depresión (Mindfulness- based cognitive therapy, MBCT; Segal, Williams, y Teasdale, 2002) y el programa de prevención de recaídas basado en Mindfulness (Mindfulness-based relapse prevention, MBRP; Marlatt y Donovan, 2005).

Componentes fundamentales de Mindfulness

Bishop et al. (2004) publicaron una propuesta de definición operativa de Mindfulness bajo el marco de un modelo que contempla dos componentes fundamentales en Mindfulness, como son la autorregulación de la atención hacia el momento presente y la actitud de curiosidad, apertura y aceptación de la experiencia en el momento presente.

La autorregulación implica desarrollar un tipo de conciencia (Awareness) no elaborada de pensamientos, sentimientos y sensaciones. Mindfulness comienza cuando llevamos el “darnos cuenta” (Awareness) a la experiencia presente, observando y prestando atención a las fluctuaciones de nuestros pensamientos, sentimientos y sensaciones, lo que implica la vivencia de una experiencia directa de los eventos que ocurren en la mente o en el cuerpo, en un momento determinado (Teasdale, Segal y Williams, 1995).

Por otro lado, el segundo componente del modelo se refiere a cómo se autorregula la atención hacia el momento presente, adoptando una actitud de curiosidad, apertura y aceptación de la propia experiencia que se vivencia en el momento presente. Es importante resaltar que Mindfulness no solo aparece con el primer componente de autorregulación de la atención, que es necesario pero no suficiente. El cómo se autorregula la atención es fundamental e incluso hay evidencia de que ciertas formas de autofocalización de la atención pueden agravar el distrés y aumentar o mantener la psicopatología (Nolen-Hoeksema, 1991).

Desde este marco, en la práctica de Mindfulness se establece un compromiso de mantener una actitud de curiosidad ante las divagaciones de la mente, cuando de forma inevitable se aleja del momento presente. Todos los pensamientos, sentimientos y sensaciones que surgen en el curso de la experiencia están sujetos a la observación, desarrollando una aceptación hacia la propia experiencia en cada momento.

La aceptación ha sido definida como estar experiencialmente abiertos a la realidad del momento presente (Roemer y Orsillo, 2002). Otra definición de aceptación es la que elabora Hayes (1994) que enfatiza la importancia de incluirla en el proceso terapéutico, “experimentar los eventos plenamente y sin defensas, tal como son”. Como afirma Vallejo (2006), centrarse en el momento presente, lo cual implica la autorregulación de la atención, es una característica que ha sido definitoria del análisis funcional de la conducta, y en consecuencia de la terapia de conducta. En contraste a esta coincidencia, en la aproximación Mindfulness no se busca tanto el control, al menos de modo directo y en primer término, sino la aceptación de las experiencias y sensaciones tal como se perciben. Asimismo, en contraposición a la búsqueda de control, la aceptación erróneamente se podría confundir con resignación, pasividad o indiferencia.

Beneficios

Por todo ello, la práctica de Mindfulness está siendo una técnica con una gran presencia en la actualidad, reportando una gran variedad de beneficios en la práctica clínica, como se afirma en diversas revisiones, a destacar las de Bishop (2002); Baer (2003), Dimidjian y Linehan (2003); Grossman et al. (2004); Keng, Smoski y Robins (2011).

En general todas estas revisiones llegan a la conclusión de que las intervenciones basadas en Mindfulness arrojan efectos beneficiosos en una gran variedad de condiciones médicas y psicológicas, aunque se requieren más investigaciones que puedan confirmar y ampliar los hallazgos obtenidos hasta el momento. En concreto Minfulness y sus terapias afines presenta diversos resultados satisfactorios para mejorar la salud general y el afrontamiento del estrés (Gutiérrez, 2011; Majumdar, Grossman, Dietz-Washchkowski, Kersig y Walach 2002; Rosenzweig, Reibel, Greeson, Brainard y Hojat, 2003; Chang et al., 2004).

Referencias

Kabat-Zinn J. (1990). Full Catastrophe Living. New york: Delta. [Trad. cast.: Vivir con plenitud las crisis. Barcelona: Kairós, 2003].

Segal, Z. V., Wiliams, J. M. G. y Teasdale, J. D. (2002). Mindfulness-based cognitive therapy for depression. Nueva York: Guilford Press. [Trad. cast.: Terapia cognitiva de la depresión basada en la conciencia plena: un nuevo abordaje para la prevención de las recaídas. Bilbao: Desclée de brouwer, 2006].

Shapiro, S. y Schwartz, G. (1999). Intentional systemic mindfulness: An integrative model for self-regulation and health. Advances in Mind-Body Medicine, 15, 128-134.

Siegel, R. D., Germer, C. K. y Olendzki, A. (2009). Mindfulness: What is it? where did it come from?. En F., Didonna. Clinical Handbook of Mindfulness. Springer: New York.

Thera, N. (1962). The heart of Buddhist meditation: A handbook of mental training based on the Buddha’s way of mindfulness. London: Rider and Company. [Trad. cast.: El corazón de la meditación budista. Barcelona: Cedel, 1992].

Kabat-Zinn, J. (1994). Wherever you go there you are: Mindfulness meditation in everyday life. Nueva York: Hyperion.

Germer, C. K. (2005). Mindfulness and psychotherapy. En C. K., Germer, R. D. Siegel y P. R. Fulton (Eds). Mindfulness: What is it: What does it matter? (pp. 3-27). New York: Guilford Press.

Marlatt, G. A. y Donovan, D. M. (2005). Relapse prevention: Maintenance strategies in the treatment of addictive behaviors. New York: Guilford Press.

Bishop, S. R., Lau, M., Shapiro, S., Carlson, L., Anderson, N. D., Carmody,… Devins, G. (2004). Mindfulness: A proposed operational definition. Clinical Psychology: Science and Practice, 11, 230-241.

Teasdale, J., Segal, Z. y Williams, J. (1995). How does cognitive therapy prevent depressive relapse and why should attentional control (mindfulness) training help?. Behaviour Research and Therapy, 33, 25-39.

Nolen-Hoeksema, S. (1991). Responses to depression and their effects on the duration of depressive episodes. Journal of Abnormal Psychology, 4, 569-582.

Alae y la psicología

Alae y la psicología

Hoy en día la Psicología da lugar a unas connotaciones poco atractivas. Ir a un psicólogo es el último recurso tras intentar todo lo que se le ocurre a la persona, ya que muchos piensan que los psicólogos son para los que “están como unas cabras”. De ahí, nos encontramos con la necesidad de profundizar en qué consiste nuestra labor. ¿Qué hacemos los psicólogos?

Alae y la psicología

El nombre que elegimos para nuestro centro, “Alae Psicólogos”, es un reflejo de lo que hacemos. Como explicamos en nuestra página de bienvenida, la palabra Psicología tiene su raíz en la palabra griega psyché: alma, soplo de vida, pero también mariposa. Logía es el “tratado o estudio de”; de este modo la psicología es el estudio del alma, donde residen nuestras emociones y sentimientos.

¿Y cómo se relacionan esos significados?

Antiguamente los griegos consideraban que el alma residía en el cerebro y la asociaban además, a la forma de los hemisferios cerebrales que evocan las alas  de una mariposa. Alae, que proviene del latín, significa alas, esas alas del alma representadas en las alas de la mariposa y que nos hacen pensar en la ligereza de movimiento, en experimentar la libertad. Así, la palabra Alae integra el alma, la vida y la libertad.

Libertad y movimiento – Cambio de graduación de las gafas

butterfly brownLa libertad no se reduce a la ausencia de restricciones físicas. Muchas personas se pueden ver encerradas o atadas emocionalmente, por ejemplo a una pareja tóxica, a unos padres controladores, a un hecho traumático, a una mala infancia que no les deja avanzar o vivir como quisieran, entre muchas situaciones. A veces son hechos presentes, pero a menudo son eventos ya pasados que dejan un nudo que influye en el bienestar de la persona, creando pautas de pensamientos y comportamientos que no llevan a la persona a dónde quiere, sino a donde puede.

Así, nuestro trabajo en consulta a menudo consiste en crear una forma alternativa de ver, vivir o hacer las cosas. Formas más adaptativas y menos teñidas del pasado, para poder romper con el círculo vicioso en el que se encuentra la persona, y así poder avanzar en la dirección que desea. Por eso, nuestro lema de trabajo es precisamente “libertad y movimiento”: la libertad proviene de comprender qué es lo que ha ocurrido o está ocurriendo desde otro prisma o punto de vista, “cambiamos las gafas antiguas por unas mejor graduadas”. Cuando logramos ver de forma auténtica lo que nos ocurre y qué hacemos nosotros mismos para que ocurra, es cuando podemos decidir qué hacer y cómo hacerlo: “el movimiento”.

Puedes estar al mando de tu vida

Los psicólogos no sólo tratamos psicopatología. De hecho, en la gran mayoría de los casos las personas vienen con problemas cotidianos que les sobrepasan y podemos aportar herramientas y estrategias que faciliten su vivencia, fomentar su libertad, para luego poder elegir cómo manejar la situación.

Queremos resaltar que podemos caminar con libertad estando al mando de nuestra vida y nuestras circunstancias, aún más de lo que pensamos. No podemos directamente cambiar las situaciones, pero sí las vivencias, poder sentir alegría o motivación “a pesar de”. Si además estás con una actitud positiva, es más probable que te muevas más, y el movimiento te lleva a un sitio distinto al que te encuentras ahora.

Tú puedes con más de lo que crees, hay alternativas y soluciones, a veces las encontramos, otras veces necesitamos apoyo para verlas.

El autocontrol y el desarrollo infantil: “La espera que recompensa”

El autocontrol y el desarrollo infantil: “La espera que recompensa”

Estudios psicológicos han demostrado que desde muy pequeños, nuestros comportamientos pueden dar indicios importantes sobre nuestro desarrollo posterior. Uno de estos estudios fue el llevado a cabo por el psicólogo Walter Mischel en la Universidad de Stanford, Estados Unidos, en los años 60 y 70, con el objetivo de investigar el desarrollo del autocontrol y el refuerzo demorado en niños: la capacidad de esperar para obtener algo que quieren. La metodología consistió en ofrecer a un grupo de niños de 4 a 6 años un alimento grato para los mismos, como una galleta Oreo o una nube, y dos opciones: comerse lo ofrecido directamente o si esperaban un cuarto de hora, tendrían el doble (por ejemplo dos galletas Oreo).

Dicho grupo de niños, tuvo un seguimiento durante catorce años en diferentes etapas vitales. En la etapa de la adolescencia, tras diez años del experimento, se encontró que los niños que habían esperado (mostrando así un autocontrol más elevado), eran más competentes a nivel emocional, social y académico, respecto a los compañeros que no pudieron resistirse a la tentación. Por otra parte, en la etapa adulta se encontró en el grupo más impulsivo (quienes no pudieron esperar) aspectos como baja autoestima y poca tolerancia a la frustración, desencadenando actos delictivos, problemas legales y dificultades académicas.

¿Qué es el autocontrol y cómo incide en el desarrollo infantil?

 

 

Es importante resaltar que el autocontrol no es coartar la curiosidad ni la creatividad, ni mucho menos la espontaneidad, es mas bien organizar nuestras emociones a nivel cognitivo y regular nuestro comportamiento hacia un objetivo, de acuerdo a las prioridades personales que habitualmente están mediadas por las emociones. El sano desarrollo del autocontrol se vale justamente de la motivación, la imaginación y la creatividad y no de las restricciones.

Los hallazgos del estudio en Stanford, indican que el desarrollo del autocontrol desde la niñez temprana, es un aspecto muy importante que favorece el desarrollo de la inteligencia emocional, las habilidades sociales y el desempeño académico.

En cuanto a la inteligencia emocional, aprender a regular las propias emociones a las que nos enfrentamos cotidianamente como la frustración, el estrés, la ansiedad, permite obtener gratificaciones personales importantes como puede ser “dos nubes”, afecto, juego; etc. Es decir, aumenta la motivación. Respecto a las habilidades sociales, el autocontrol permite regular el trato con los demás en aspectos como expresar ideas y emociones (desacuerdo, enfado, alegría, etc.), resolver problemas (saber escuchar, detenerse a pensar, ver todas las alternativas, tomar decisiones) y disminuir las conductas impulsivas que nos llevan algunas veces a “actuar sin pensar”. Finalmente, en relación al desempeño académico, el autocontrol facilita los procesos de atención, memoria, planificación y análisis, indispensables para el aprendizaje.

¿Cómo mejorar el autocontrol en los niños?

Nunca es tarde para enseñar autocontrol a nuestros hijos, pero claro está, empezando desde muy pequeños es más fácil lograrlo. La buena noticia es que si nos lo proponemos y somos constantes, podremos lograrlo ya que los niños nos lo ponen en bandeja siendo muy intensos en sus peticiones: “quieren esto, quieren lo otro, lo quieren ya”. Ante esas peticiones podemos aplicar las siguientes estrategias:

1. El ejemplo

La mejor manera en la que aprenden los niños es a través de lo que ven. Si les enseñamos con nuestro ejemplo a como tener autocontrol en situaciones cotidianas, seguro que lo irán aprendiendo. Por ejemplo: si esperamos en una heladería, en vez de mostrar una actitud desesperada, podemos decir: “Vale, mientras tanto podemos pensar en dónde iremos luego, o buscar las formas geométricas en el sitio, o cuántos colores tienen los helados, imaginar de qué están hechos etc.”.

2. Tener en cuenta la edad 

Es importante tener en cuenta que el autocontrol se va desarrollando a medida que avanza la edad, así el tiempo de espera de gratificación de un niño de 3 o 4 años es menor que el de uno de 6 o 7 años, lo cual es parte del desarrollo natural; se espera por ejemplo que un niño de 3 años pueda esperar tres minutos antes de ir al parque. No hay que forzar ni esperar comportamientos que no corresponden a cada edad.

3. Expectativas claras y realistas

No se trata de decir a nuestros hijos, ¡espera un poco! (aquí esperar un poco es difuso y los niños tienen una concepción distinta del tiempo a la de los adultos) es mas bien enseñar a cómo esperar: “iremos al parque cuando hayas terminado de colorear ese dibujo” o “cuando hayas terminado de organizar tus juguetes iremos al parque”, “después de la comida vamos donde los abuelos”, se puede poner también una canción y decir que cuando se termine ya habrá pasado el tiempo, o con una alarma de una melodía agradable, o indicándolo en el reloj según la edad.

Realistas en el sentido que se puedan llevar a cabo, no vamos a decir que haremos algo si sabemos de antemano que no se va a poder realizar y utilizarlo para calmar a los niños porque aprenderían que esperar no tiene sentido.

4. Mensaje en positivo

Como mencionamos anteriormente, la motivación está muy ligada a las emociones, así la reacción de los niños ante esperar sea una “rabieta” nuestro mensaje no ha de ser que esperar es un “castigo” lo contrario, esperar es algo que te beneficia. Hay que intentar no asociar “castigo o condiciones” es muy distinto decir: “mira, cuando acabes de recoger los juguetes iremos al parque” en un tono agradable y alegre, a decir, “si no recoges los juguetes, no vamos al parque” en un tono amenazante. Evitar usar palabras como: eres impaciente, no sabes esperar, sé que no lo vas a hacer, nunca podemos ir al parque.

5. Distribución estratégica de la atención y creatividad

En el experimento de Mischel, se observó que los niños que tuvieron más autocontrol, recurrieron a estrategias como cantar, taparse los ojos, jugar con la silla, patear la mesa para distraer la atención de la nube. Con nuestros hijos podemos recurrir a lo mismo; más que centrarnos en la actividad que se pospone, podemos centrarnos en las actividades que se pueden realizar mientras se espera; no siempre han de ser “deberes” o “tareas de casa” pueden ser actividades que los motiven y emocionen de acuerdo a los gustos e intereses personales, por ejemplo, leer un cuento, pintar, bailar una canción o cantarla, clasificar fichas, algún juego de mesa, etc.; o actividades compartidas con los padres o hermanos. Aquí la creatividad y la imaginación no tiene límites, y se asocia el esperar con una emoción positiva.

6. Premiar por la paciencia

Reconoce los esfuerzos de tu hijo cuando observas que está esperando, puedes usar elogios, abrazos, atención, recuérdale lo bien que lo ha hecho y los beneficios que ha obtenido tras la espera. Cuando no lo haya logrado, reconoce lo poco que ha conseguido y anímalo a hacerlo mejor cada vez, tu también has de tener autocontrol y paciencia para enseñarlo.

 

Los Colores de tu Mente

El Lenguaje del Color

Casi sin darnos cuenta, nuestra vida es como una obra de arte a la que le imprimimos diversos matices de color, generalmente asociados al plano emocional. La relación de los colores y la psicología humana se observa desde tiempos remotos a través del simbolismo de cada color, reflejado por ejemplo en las representaciones pictóricas, las cuales nos retratan la vida cotidiana y la psicología de los grupos.

A lo largo de los siglos, diversos estudiosos han analizado las propiedades físicas del color, pero fue Wolfgang Von Goethe, quien fue más allá, observando que el color también puede ser una experiencia subjetiva: la psicología del color, porque depende de los procesos cerebrales asociados a la visión y al pensamiento, resaltando la experiencia y la interacción; es decir, la psicología individual y grupal.

Según el estudio de Eva Heller quien fue socióloga, psicóloga y profesora de teoría de la comunicación y psicología de los colores, nuestros sentimientos y los colores no se combinan de forma accidental, no tiene que ver simplemente con gustos, sino con experiencias universales que están profundamente enraizadas en nuestro lenguaje y en nuestro pensamiento, reflejándose por ejemplo en dichos y saberes populares, en los nombres y apellidos, concluyendo que los colores pueden compensar carencias emocionales a partir de su uso, ya que “el color” es un lenguaje que responde a una necesidad a través de un mensaje y por tanto tiene una función emocional muy importante.

El objetivo primordial de la psicología de los colores es analizar la relación entre los colores como manifestaciones emocionales y los acontecimientos psíquicos asociados a ellos. Aunque dicho análisis es aplicado por diversos profesionales y terapeutas, nos vamos a centrar en los aspectos relacionados con la psicología clínica en adultos y la psicología clínica infantil.

Dentro de la terapia psicológica, resulta de utilidad la evaluación y significado de los los colores, donde es frecuente el uso de dos test psicológicos: Test Piradimal del Color (FPT) en el que hay que formar una pirámide del color según criterios estéticos y el Test Lüscher, en el que se pide colocar algunos colores en una jerarquía de acuerdo a la simpatía respecto a un color particular, donde se evidencian varios factores asociados a la personalidad, las emociones, las motivaciones y los pensamientos. Dichos test resultan útiles para ampliar la información en la evaluación psicológica en adultos y de igual manera aportan muchos elementos que los niños o adolescentes no manifiestan de manera verbal, y de ahí su utilidad en la evaluación psicológica infantil y juvenil. En cuanto a la psicología de los grupos es muy común ver como un color identifica ciertas ideologías y despierta emociones profundas. Estos test psicológicos son aplicados mundialmente por psicólogos y psiquiatras y tienen mucho éxito en cuanto a su fiabilidad.

¿Qué dicen los colores respecto a nuestra psicología?

Lüscher y Halder realizaron varios estudios sobre la relación de los colores y nuestra personalidad, describiendo ciertas características psicológicas asociadas a cada color. Así, el significado psicológico de los colores da cuenta de áreas a explorar dentro de la terapia psicológica. Las personas eligen ciertos colores, los cuales dentro de la explicación de la psicología del color no son al azar, sino que dan cuenta de nuestras características psicológicas individuales, pues dicha elección está mediada por procesos mentales subjetivos, de acuerdo a las experiencias individuales y a la cultura.

El método que usan los psicólogos y psiquiatras para realizar los test de los colores, consiste en que durante la evaluación psicológica, la persona se concentre en cada uno de los colores y perciba las sensaciones y el estado de ánimo que cada uno de los colores genera. La interpretación psicológica de los colores elegidos, refleja características de personalidad y de comportamiento.

Por ejemplo, en dichos test psicológicos, el amarillo, es un color que irradia luz a todos lados motivando el rendimiento; el azul, constituye tranquilidad, equilibrio y paz; el blanco, contrario a lo que se podría pensar, está asociado a la falta de control y regulación en el test piramidal; el gris, es el color de la neutralidad, suele elegirse para protegerse de influencias o indicar retraimiento o conducta evasiva; el verde, puede ser interpretado como una señal de integración y compensación entre el mundo interior y exterior; el marrón, representa la sensación vital, la energía positiva; el negro, puede estar asociado a bloquear y rechazar los sentimientos afectivos relacionado con la tragedia y el luto, pero también es considerado como un color positivo en relación a la fuerza y elegancia; el rojo, expresa la fuerza vital, eleva el pulso, la presión sanguínea y la frecuencia respiratoria constituyendo un impulso para lograr las metas, la capacidad de reacción; el violeta, puede representar inestabilidad o indecisión, pero a la vez unidad por la fusión de varios elementos. Sin embargo, dicha interpretación puede variar en función del comportamiento, el tono del color, el tiempo que se tarda en cada color, por lo cual un mismo color puede representar diverso contenido psicológico.

De esta manera, de acuerdo a la psicología del color quienes tienen preferencia por alguno de ellos, están comunicando las características internas asociadas a dichos colores, dando cuenta de conflictos o potencial personal, que se pueden abordar tanto en la evaluación psicológica en adultos y niños como en la terapia psicológica, ya que desde el punto de vista de los psicólogos y psiquiatras,cuando la persona elige un color, al mismo tiempo describe su comportamiento ante una situación específica. Es importante resaltar que dicha interpretación ha de realizarse por psicólogos expertos, pues como se mencionó anteriormente, según las variables individuales observadas en la evaluación psicológica, el número de veces que se elija el color, la variedad de los tonos corresponden a diversos estados de ánimo y un mismo color puede reflejar una gran variedad de sentimientos.

Aparte de los test psicológicos del color mencionados, en la psicología infantil, otro factor que se puede analizar en los dibujos son los colores, cuya interpretación varía de acuerdo al predominio de los colores en los dibujos. Por ejemplo, si el amarillo hace parte del dibujo sin resaltar demasiado sobre otros, indica energía, dinamismo, creatividad; pero si predomina en el dibujo, puede señalar la existencia de conflictos a nivel familiar; el azul, como indicador de calma y equilibrio puede indicar problemas de enuresis cuando predomina notablemente en el dibujo; Asimismo, el rojo que indica vitalidad y dinamismo puede ser un indicador de agresividad de acuerdo a los trazos del dibujo y cuánto resalte sobre los otros colores. Desde luego dicho análisis no ha de verse como un factor aislado de la evaluación psicológica infantil, sino que ha de ser parte de una serie de medidas objetivas realizadas por psicólogos clínicos.

¿Influyen los colores en mi estado de ánimo?

Este artículo se ha centrado en profundizar sobre la manera como las emociones encuentran un canal de expresión a través de los colores según los psicólogos y psiquiatras que aplican la psicología del color en sus terapias psicológicas.

Sin embargo, cabe mencionar cómo se asocian emociones de bienestar y vitalidad cuando el día está soleado, esa luz natural que permite la refracción de los colores. La luz natural favorece la liberación de serotonina, hormona asociada a la producción de melatonina la cual regula los ritmos circadianos favoreciendo la atención, reduciendo la fatiga, el estrés y la somnolencia. Psicólogos en la costa del sol de Málaga, han observado cómo en la temporada estival, los síntomas de ansiedad y depresión se reducen en la mayoría de los casos que están en tratamiento psicológico, lo cual podría estar relacionado con la intensidad en que la luz permite la refracción de los colores.

Por otra parte, durante los meses del año en los que hay menos luz natural aumenta el riesgo de sufrir trastorno afectivo emocional; al respecto, un grupo de psicólogos en Málaga observaron un incremento de síntomas relacionados con afecto negativo en los trabajadores de una empresa que pasaban muchas horas en recintos cerrados. También se observa, que las personas cada vez tienden a estar menos expuestas a la luz natural y más expuestos a la luz artificial, la cual no aporta las mismas propiedades de refracción de los colores de la luz natural. Por ejemplo, psicólogos en Fuengirola, observaron que el desarrollo y difusión de la tecnología ha modificado los hábitos de la población joven, fomentando las actividades en recintos cerrados y cambiando los patrones de sueño, lo cual incide directamente sobre el estado de ánimo.

En relación a lo anterior, la cromoterapia o terapia del color, estudia la manera como los colores influyen no sólo en el estado de ánimo, sino en la salud. Parte de la idea de que los colores debido a su refracción lumínica, influyen de diversas formas en nuestro bienestar psicológico y físico. Así, si se integran en el ambiente colores potencializados con focos de luz, por ejemplo el rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta los cuales son asociados con emociones positivas: energía vital, paz, y equilibrio biológico, hay una influencia positiva en el estado de ánimo y la salud de las personas. Dichas terapias son aplicadas por terapeutas de ramas distintas a la psicología o la psiquiatría.

Asimismo, profesionales del marketing usan la psicología del color para resaltar características de sus productos o servicios, intentando transmitir cualidades como vitalidad, confianza, elegancia, seguridad, para influir sobre la psicología del consumidor. Podemos observar entonces, que cada color puede producir una gran variedad de efectos psicológicos, tantos como emociones humanas experimentamos. Psicólogos y diversos terapeutas, describen cómo un mismo color actúa de manera diferente, pero no actúa de manera aislada; intervienen factores como la intensidad de la luz, las tonalidades, la combinación de los mismos, y los contextos donde se emplean.

Los colores van ligados a la psicología humana; han estado impresos desde siempre en el lenguaje, diferenciando tribus, linajes, dando cuenta del estado de salud, de los alimentos comestibles, del clima, de la cultura. Por lo tanto, no es de extrañar que estén estrechamente ligados a nuestras emociones y pensamientos, a nuestras acciones y decisiones como describe la psicología del color, y que estos aspectos sean tenidos en cuenta por psicólogos, psiquiatras, y profesionales de diversas ramas.

¿ Te gusta el tema?  Mira este vídeo sobre la psicología del color.

El diálogo interior – el susurro de mensajes

Todos creemos saber qué pensamos, y en grandes rasgos es cierto. Sin embargo, hay pensamientos que consideramos 100% certeros y válidos, que ni siquiera les prestamos atención. Son pensamientos fugaces, pero con una fuerza tan importante que repercute en nuestras emociones y consecuentemente en nuestra conducta, a menudo sin que nos demos cuenta del origen del malestar. En términos psicológicos se llaman Pensamientos automáticos.

Ejemplificando: Estamos realizando una tarea que se nos complica, parece que no vamos a saber resolverla. En ese momento pueden pasar diversos pensamientos por la cabeza, como una voz silenciosa susurrando: “Qué torpe soy”, “Nunca podré hacerlo”. Esos mensajes intrínsecos provocan malestar: ansiedad, tristeza, rabia, y esas emociones tendrán su repercusión conductual: dejar de hacer la tarea, o peor, no atrevernos con tareas semejantes en el futuro.

El hecho de dejar la tarea refuerza tanto la cognición (lo que hemos pensado) como la emoción (cómo nos hemos sentido), y así confirmamos que somos torpes e incapaces: etiquetándonos de forma nociva y limitándonos en nuestras vidas, ya que esa visión luego se extiende a otras áreas.

¿Cómo conozco mis pensamientos automáticos?

Como hemos visto: son fugaces, los tomamos como ciertos, y a menudo no nos damos cuenta de los mismos. Entonces, ¿cómo podemos detectar esos pensamientos? La clave está en aquello que viene a continuación y experimentamos de manera más intensa: “la emoción”. El hecho de sentirnos mal es la consecuencia del pensamiento. Por ello, si sentimos malestar, estaría bien preguntarnos: ¿Qué estaba pensando cuando empecé a sentirme mal?

¿Y ahora qué? ¿Qué hago con estos pensamientos una vez que los detecto?

Los ponemos a prueba, ¿realmente es cierto que soy torpe e incapaz? ¿O simplemente se me está resistiendo la tarea? Puedes mirar qué logros has tenido en tu vida, seguro que hay muchos por los cuales te sientes orgulloso de ti mismo. O incluso, puedes sentarte un minuto y repasar tu día, seguramente puedes encontrar varios momentos en los que has sido muy hábil.

Otra forma de cuestionar estos pensamientos es pensar que si fuera otra persona a la que se le había resistido la tarea, ¿habrías pensado que esa persona es torpe?, ¿pensarías que no debería realizar un segundo, tercero, cuarto o quinto intento?

Y si vamos más allá…

Aparte del hecho de darnos cuenta de la negatividad que estos pensamientos nos prolifera por el cuerpo, también se puede llegar a una reflexión: a menudo somos muy duros con nosotros mismos, más que con otros, y nuestros jueces internos pueden ser los peores jueces. Sin embargo, así como en determinados momentos el diálogo interno puede ser un “enemigo”, puede convertirse en un “aliado”.

Podemos enfatizar los pensamientos positivos de los que todos disponemos, darles voz, incluso en voz alta. Rara vez nos permitimos el lujo de decirnos lo bien que hemos hecho algo, reconocer nuestras calidades personales y logros. ¿Alguna vez te has mirado en el espejo y te has dicho: “te quiero”?

Tenemos en nuestras manos recursos, podemos elegir. Por una parte, siendo conscientes de nuestros mensajes nocivos y cuestionándolos,  y por otra parte, dando más espacio a los “auto-halagos”, podemos avanzar en el camino hacia el amor propio.

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