¿Es mi hijo Hiperactivo?
En los últimos tiempos se escucha hablar de niños hiperactivos con relativa frecuencia. El bombardeo de información al respecto, puede desorientar o confundir a los padres, haciéndoles pensar que su hijo o hija puede sufrir TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), cuando probablemente no es así y simplemente nos encontramos con un niño inquieto, que explora, que intenta descubrir al mundo y para ello lo lógico y natural es moverse, tocar, relacionarse con todo lo que pueda en el ambiente.
Indudablemente hay un sobrediagnóstico de este trastorno y se suele recurrir a encasillar a los niños bajo el rótulo de hiperactividad cuando en realidad puede haber un problema de motivación, de autorregulación emocional o de estrategias pedagógicas y de crianza.
Es muy importante valorar el área emocional de los niños y adolescentes que puedan presentar TDAH, ya que en muchos casos se presenta confluencia con otras dificultades como depresión o ansiedad cuyos síntomas en la infancia y la adolescencia se pueden confundir con TDAH. Así, la evaluación y realización de un adecuado diagnóstico diferencial es clave para obtener buenos resultados en el tratamiento si se llegase a necesitar.
Por ello, considero importante aclarar aquellos aspectos que puedan indicar que efectivamente puede haber un perfil de TDAH, para poder desarrollar los recursos personales y cognitivos de la mejor manera sin que se vea afectada la vida cotidiana de quien lo presente, sino al contrario, potencializar su estilo de aprendizaje y relacionarse con el mundo de una manera más eficaz.
¿Qué es el TDAH?
El TDAH corresponde a un desorden específico del desarrollo con una base biológica y conductual que se observa tanto en niños como en adultos y comprende dificultades en los siguientes aspectos:
La Inhibición de la Conducta: controlar impulsos.
La Atención Sostenida: atender a una tarea por un tiempo suficiente para terminarla.
La Resistencia a la Distracción: ignorar estímulos irrelevantes del medio.
La Regulación del Nivel de Actividad: controlar los movimientos y su intensidad.
Se considera que entre los 3 y los 6 años el momento en el desarrollo del niño en el que manifiestan los primeros síntomas del TDAH. A veces puede retrasarse en su aparición aunque no más de los 13 años de edad.
¿Cómo se expresa el TDAH?
Entre los síntomas principales destacan los siguientes: 1. Dificultad en el control de impulsos o en la capacidad para posponer la gratificación:
Les cuesta detenerse y pensar antes de actuar así como esperar su turno en los juegos: interrumpen y responden rápidamente, les cuesta mantener la atención en una sola tarea, prefieren tener una recompensa inmediata y no esperar un poco más por una mayor gratificación.
2. Exceso de actividad irrelevante respecto a la tarea que desempeña o la demanda de la situación:
Continuo y excesivo movimiento en actividades que no se requiere para terminar la tarea: mover los pies y/o las piernas, mecerse, golpear suavemente alguna cosa, en los niños más pequeños se puede observar que corren o saltan cuando deben por ejemplo realizar un dibujo.
3. Pobre atención sostenida:
Se observa principalmente ante tareas que les pueden parecer aburridas o tediosas, entonces cambian de una actividad a otra sin terminarla o abandonan la tarea si se les interrumpe inesperadamente.
Otras Señales de Alarma
Junto a los tres síntomas principales relacionados con el TDAH descritos anteriormente, tendremos en cuenta otras señales de alarma:
a) Dificultad para recordar el hacer cosas o memoria de trabajo: las personas con TDAH pueden ser descritas como olvidadizas o que no realizan previsiones.
b) Desarrollo retrasado del lenguaje interno (la voz de la mente): el lenguaje con nosotros mismos nos permite la reflexión y la autorregulación.
c) Dificultades con la regulación de emociones, motivación y excitación: aunque las emociones que experimentan son apropiadas, parecen ser menos capaces de “internalizar” sus sentimientos, de mantenerlos para si mismos, y cuando lo hacen, de moderarlos como otros lo harían. Por ello, parecen ser más reactivos con sus sentimientos, impetuosos, irritables y se pueden frustrar con facilidad. Esta dificultad de motivación intrínseca los hace parecer frecuentemente sin falta de voluntad o autodisciplina.
d) Disminución en la habilidad para solucionar problemas, la flexibilidad y la consecución de metas a largo plazo: perciben los obstáculos más grandes y difíciles de superar y por ello abandonan la meta con facilidad. Pueden parecer menos flexibles para cambiar de estrategia o para desarrollar una tarea; desisten rápidamente al no ver el resultado.
e) Mayor variabilidad de lo normal en la ejecución de tareas: pueden presentar grandes oscilaciones en la calidad, cantidad y rapidez con la que ejecutan una actividad. Un día pueden realizarla con rapidez y calidad y al otro todo lo contrario.
¿Cuáles son las causas del TDAH?
Tras investigaciones empíricas, se puede afirmar, que el TDAH tiene un componente biológico de base.
Se ha comprobado que hay varios genes comprometidos en la transmisión del TDAH, en especial los que están involucrados con los receptores de la Dopamina. El promedio estimado en el que el TDAH se hereda es de aproximadamente un 80%.
En aquellos casos en los que la herencia no parece ser un factor, se han detectado las siguientes posibles causas que pueden contribuir al desarrollo futuro del TDAH:
• Dificultades diversas durante el embarazo.
• La exposición prenatal al alcohol o al humo del tabaco.
• Niveles excesivamente altos de plomo en el cuerpo.
• Daño postnatal en las regiones prefrontales del cerebro.
También es importante mencionar que el ambiente es un factor que puede desencadenar o exacerbar comportamientos relacionados con el TDAH, o ayudar a modularlos.
Otros factores como la cultura, el estilo de crianza y el modelo pedagógico de la institución educativa donde se encuentren los niños, pueden influir en ver los comportamientos de inquietud o hiperactividad con mayor o menor gravedad.
¿Qué tratamiento tiene el TDAH?
Existen tratamientos que ayudan a controlar los síntomas con un alto grado de efectividad, lo que mejor resultado ha demostrado es una intervención multicomponente que incluye:
Intervención Psicológica: se aplican varias técnicas de modificación de conducta que incluyen: autorregulación emocional, desarrollo de las funciones ejecutivas (planificación, secuenciación, inhibición conductual), desarrollo de la atención selectiva y sostenida a través de estrategias neuropsicológicas, control ambiental, psicoeducación a los padres respecto a pautas de crianza, estrategias psicopedagógicas en el aula escolar.
Tratamiento Farmacológico: por otra parte, el tratamiento farmacológico incide en los factores biológicos de manera directa y es una opción cuando los síntomas tienen tal intensidad que afectan la vida cotidiana de manera significativa y no se pueden contralar solamente con la intervención psicológica. Es importante resaltar que, aunque se aplique un tratamiento farmacológico, es igualmente importante que la persona aprenda estrategias cognitivas y emocionales para autorregularse.
En conclusión, considero que el TDAH es una condición que merece ser atendida para que quienes lo presenten puedan tener una vida en la que puedan desarrollar todos sus recursos emocionales y cognitivos sin se relegados o etiquetados como “niños problema” , el mayor desafío es para el medio familiar, educativo, social donde debemos adaptar las estrategias educativas, de aprendizaje y sociales a las características diversas de las personas.