En la situación actual que nos encontramos, en aislamiento, los casos de ansiedad van en aumento como es de esperar. Esto no solamente ocurre en personas con un historial de ansiedad, sino se que propaga en toda la población. Ciertamente hay individuos que son más vulnerables a experimentar ansiedad y pueden llegar a niveles muy intensos, desembocando en ataques de pánico.
Las personas que ya han sido diagnosticados con un cuadro ansioso son los más vulnerables, como por ejemplo:
- Personas con hipocondría. Habitualmente manifiestan una preocupación y ansiedad por caer enfermos, lo cual lleva a hipervigilancia del cuerpo y posibles síntomas. Y quien busca encuentra, ya que si prestamos excesiva atención a nuestro cuerpo vamos a descubrir cosas que normalmente pasan desapercibidas. Esto conlleva un aumento en la ansiedad. Los síntomas encontrados luego son investigados, a menudo empleando a Google, que rara vez aporta información tranquilizadora. Esto conlleva niveles más altos de ansiedad y además justifica mantener la conducta de hipervigilancia, y así se establece el círculo vicioso. El hilo conductor en el círculo, por tanto, es la ansiedad. Ahora aparece un Coronavirus que arrasa por todo el mundo. A diario aparecen cifras devastadoras, lo cual desestabiliza a muchos, y más a los que ya se preocupan por su salud en exceso, dando una razón válida para vigilar a su cuerpo en búsqueda de cualquier síntoma del COVID-19, además de todas las otras enfermedades posibles.
- Personas con TAG, trastorno de ansiedad generalizada. Como su propio nombre indica, se caracteriza por preocupación y ansiedad sobre aspectos del día a día como pueden ser la familia, la economía, amigos, la salud y el futuro. Estas preocupaciones son excesivas y poco racionales. No obstante, ahora nos encontramos en un escenario que propulsa preocupaciones que son reales y racionales. Es lógico preocuparse por aspectos financieros, por cómo están tus seres queridos, por la salud propia y ajena. De ahí, la preocupación en personas con TAG se eleva por estas circunstancias que la propician, y por ello los niveles de ansiedad siguen la misma línea.
- Personas que sufren el trastorno obsesivo-compulsivo. Igual que en los anteriores cuadros, la base del TOC es la preocupación obsesiva y ansiedad que la persona intenta controlar y, por tanto, reducir la ansiedad mediante rituales. Un ejemplo de una obsesión puede ser que le pase algo a los seres queridos de dicha persona, y para evitar que eso pase tiene que colocar cosas en cierto orden, rezar de cierta manera, contar números o evitar algunos números… La mente humana es muy creativa y eso se manifiesta en rituales a veces muy elaborados. Una de las obsesiones más comunes se relaciona con suciedad, bacterias y virus. Para su eliminación, como es lógico, la persona procede a mantener una higiene escrupulosa, como por ejemplo lavar las manos con lejía con una altísima frecuencia. La aparición del Coronavirus de repente hace todo este proceso mucho más racional que habitualmente, ahora se nos pide que nos lavemos las manos a menudo y además echándole ganas. Esto puede llevar el TOC a un nivel nuevo y no termina necesariamente cuando por fin acabemos con el virus.
Como se indicó al principio del presente artículo, todos somos más susceptibles a sentir ansiedad en este momento, algunos más que otros. Niveles muy altos de ansiedad pueden llevar a un ataque de pánico/ataque de ansiedad. Algunos síntomas de ansiedad pueden ser:
- Sensación de asfixia o ahogo, dificultad de respirar
- Taquicardia y palpitaciones
- Molestia o dolor en el pecho
- Sudoración, sofocos o escalofríos
- Temblores y sacudidas
- Mareo o sensación de desmayo
- Miedo a morir o a perder el control
- Náuseas o malestar del estómago
- Sensación de irrealidad y desconexión
Unos de los síntomas que más se han comentado en el caso del COVID-19 es la dificultad de respirar, tos seca y fiebre. Estando ya preocupados y ansiosos por la situación actual, y posiblemente experimentando algunos de los síntomas ansiosos, no queda muy lejos confundir la dificultad respiratoria o presión en el pecho con la que se sufre cuando el Coronavirus se ha instalado en el cuerpo. Asimismo, el calor y los sofocos que viene con la ansiedad puede interpretarse como fiebre. Si se lleva a cabo esta interpretación de los síntomas, los mismos irán en aumento e intensificarse, ya que la perspectiva de padecer el Coronavirus haría cualquiera sentirse ansioso.
La ansiedad aparece como una respuesta ante algo que produce miedo. Aparece en diferentes niveles: fisiológico (lo que sentimos en el cuerpo), cognitivo (lo que pensamos) y motor (las acciones que llevamos a cabo).
La ansiedad cognitiva aparece cuando tenemos pensamientos que producen miedo. Pensar que tenemos Coronavirus puede producir miedo y ansiedad en cualquier persona. No obstante, debemos de evaluar si ese pensamiento tiene razón de ser, cómo es de real ese pensamiento y cuál es la probabilidad. Podemos estimar en un porcentaje hasta qué punto pensamos que nos creemos ese pensamiento. También podemos hacer un listado enumerando las razones por las que el pensamiento es certero o razones por las que no.
La ansiedad fisiológica aparece como consecuencia de una respiración entrecortada o la hiperventilación, lo cual posteriormente acarrea los demás síntomas descritos. Por ejemplo, la taquicardia es una consecuencia directa de la hiperventilación. Por ello, el primer paso es controlar la respiración, respirando de forma lenta y profunda. Por Internet podemos encontrar muchos videos y audios que nos ayudan a relajarnos y respirar de forma adecuada.
La ansiedad motora se manifiesta en las conductas que realizamos. Podemos dirigirnos a Google y buscar información, pero no es un muy buen médico, y sobreinformarse puede llevar a más ansiedad. Podemos meternos en la cama y seguir preocupándonos, convenciéndonos de que efectivamente hemos pillado el Coronavirus, intensificando así los síntomas. Por tanto, si no estamos seguros, el tiempo nos dará respuestas y damos los pasos necesarios en consonancia.
Independientemente, siempre nos veremos favorecidos por tomar las cosas con calma, y en el caso necesario consultar con un profesional, sea un médico, sea un psicólogo.